
Tener pasión es esencial a la hora de hacer una película. Parecería tonto recalcarlo, pero se llega a notar cuando una obra está carente de pasión, como si no la motivara una intención real de crear algo especial. Lo contrario es igual de problemático, ya que solamente la pasión no puede sostener un proyecto que requiere conocimiento, criterio y talento. El caso de Póra, una nueva película paraguaya de terror, es peculiar. Se siente la pasión en la narración, y eso le da un empuje a la trama, hasta que se hace ineludible la necesidad de que alguien o algo tome el trabajo por las riendas y lo lleve a algún lugar cohesivo. Lastimosamente, eso no ocurre.
La historia sigue a cinco jóvenes que viajan a la ciudad de Piribebuy con el objetivo de documentar el paseo para un proyecto audiovisual online. En modo found footage se va presentando a los integrantes del emprendimiento, y el “estilo youtuber” de la caracterización realmente ayuda a que los personajes se sientan menos superficiales de lo que realmente son. Hay una fundación decente en el desarrollo de la trama, con los jóvenes explicando acerca de las historias de Piribebuy al mismo tiempo que se establecen algunos detalles sobre la personalidad de cada uno. Si bien son apenas discernibles, hay algo parecido a una construcción que llega a funcionar porque tampoco se exige ningún análisis especial al espectador.
Al mismo tiempo, se cuenta la historia de una mujer que viaja sola a la misma ciudad para relajarse y mantiene una larga sesión espiritista con una médium. Esa conversación se da mediante una videollamada, y lo que ambas se cuentan está de alguna forma relacionado a la odisea de los jóvenes, quienes deciden pasar la noche en algún lugar alejado de la zona urbana y más cerca de los lugares que inspiraron historias de mitos y leyendas. Muchos de estos cuentos tienen que ver con la Guerra de la Triple Alianza y la existencia de tesoros enterrados, un tema ya bastante gastado en la cinematografía local.

Durante los primeros veinte minutos, la película parece funcionar en base a la ilusión del found footage fusionado con la interpretación de los personajes que relatan el viaje hacia la cámara para el videoblog. Cuando esa cortina se cae y llega el momento de que los jóvenes tengan alguna clase de desarrollo, la película se empieza a derrumbar bajo el peso del talento ausente, la poca imaginación y el nulo conocimiento de las reglas tácitas del género de terror. La pasión se sigue percibiendo, pero no hay creatividad en la dirección ni agudeza en el montaje, y las escenas donde se empieza a generar buena tensión terminan siendo cortadas con mal criterio.
Claudia Zárate y Fasalien figuran en la dirección de la obra. Los actores son Tomás Arredondo (que protagonizó Los Buscadores de Maneglia-Schémbori), Erik Gehre, Marie Manzur y Rodrigo Paredes, además de Zárate, quien destroza los niveles de vergüenza ajena con una de las peores actuaciones que presencié en una pantalla de cine. Cada intervención suya estira toda la película hacia abajo y no hay una sola nota que logre acertar. Sus compañeros hasta pasan desapercibidos, pero eso tampoco es un elogio en una película de elenco donde cada personaje debería tener sus momentos.

Andy Romero y Laura Marín son las actrices de la videollamada, y las dos salen mejor paradas. Es todo lo que puedo decir de ellas, que también tienen personajes situados en escenas que deberían provocar algún susto, pero no lo consiguen. La película está repleta de escenas que deberían tener un remate fuerte e inesperado, pero no hay ni jumpscares efectivos ni una sensación de miedo que se cuele en el subconsciente. Como filme de terror, es un verdadero fracaso.
Lo penoso del caso de Póra es que es un producto que podría catalogarse como no terminado. Fue realizado con celulares, pero la fotografía está bien trabajada y se evidencia que se puede hacer cine paraguayo con esas características. El problema es que hay muchos momentos que pueden arreglarse con nuevas grabaciones y creo que el proyecto podría inclusive clasificar para recibir financiamiento para post-producción. Lastimosamente, decidieron estrenarla como está, y por la pasión palpable tengo unos escuetos aplausos. Todo lo demás es una lección sobre la importancia de conocer el cine que vino antes e instruirse mejor en cómo construir básicamente una película.
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