
Cobertura del Festival de Cine de Toronto 2022.
Decir que Get Out (2017) es una de las peores películas que ha visto el cine estadounidense en los años recientes es una declaración tan cruel como necesaria. Siendo una ópera prima, es fácil perdonar lo pretensioso de la cinta. Uno pensaría que, en el tercer intento, Jordan Peele haría algo más que el humo y espejo que quiere disfrazar de profundas y necesarias reflexiones sociales en sus películas. Lamentablemente, pese a sus virtudes, ¡Nop! sufre de los mismos problemas narrativos que sus antecesoras.
¡Nop! está dividida – por algún motivo que desconozco – en cinco capítulos, y casi todos ellos siguen a OJ (Daniel Kaluuya) y Em Haywood (Keke Palmer), un par de hermanos que, luego de la trágica e insólita muerte de su padre (Keith David), heredan un rancho de caballos utilizados en Hollywood para contenidos audiovisuales. Ambos comienzan a avistar un extraño objeto en el cielo y se disponen a atraparlo en cámara para beneficiarse económicamente. Reclutan a un empleado de una tienda de electrónicos llamado Angel (Brandon Perea) y al prominente fotógrafo Antlers Holst (Michael Wincott) para lograr su cometido. Paralelamente, Jupe (Steven Yeun), el dueño de un pequeño parque de atracciones que explota la tragedia de una sitcom de los años 90 – en una subtrama interesante pero completamente inconexa a la historia – tiene un nuevo acto: exhibir como caballos son succionados por una extraña entidad en el cielo.

Decir más arruinaría lo poco que ¡Nop! se reserva para sorpresa del espectador. Y es que, como mencioné antes, Peele no parece poder (o querer) escapar de las inconsistencias narrativas en su cine. Como en sus películas anteriores, las escenas iniciales están construidas para causar intriga: en este caso, vemos a un mono cubierto de sangre que se encuentra en un set de grabación, donde las cosas claramente no salieron bien. Más tarde, la caída de objetos al azar del cielo – lo que ocasiona la muerte del padre de los hermanos Haywood – despierta aún más la curiosidad. Entonces la película continúa, y continúa… Y ya sabemos lo que sucederá antes de que suceda. ¡Nop! se desarrolla sin sorpresas, ni revelaciones, ni riesgos. Vemos como la cinta se desvela sin interés de entusiasmar a la audiencia, pese a que se vende como un neo western de ciencia ficción y suspenso. Algunos toques de comedia negra y vagos comentarios sobre el racismo, inherentes del cine de Peele, no ayudan en lo que inevitablemente se convierte en una narración caótica.
Las subtramas, en especial todo lo referente a la tragedia de la sitcom, no tienen relación alguna con la historia, la temática o la narrativa. Los personajes son unidimensionales y nada fascinantes, tirando one-liners gastados y se muestran imperturbables ante los eventos sobrenaturales que ocurren a su alrededor. Lo primero es bastante frustrante considerando el elenco en cuestión: Kaluuya, un enorme talento y lo único bueno de Get Out, es aquí relegado ante Palmer, cuyo personaje sirve de alivio cómico. Incluso el magnífico Steven Yeun está desperdiciado por completo, pues Perea parece ser la única revelación del filme.
Con muchos guiños a los blockbusters de Steven Spielberg, es muy sencillo descifrar lo que Peele quería lograr con la cinta. La fotografía de Hoyte van Hoytema es impresionante, y eleva los estándares sobre cómo pueden lucir las películas comerciales en estos tiempos. La creatividad es admirable, pero lejos de ser uno de los mejores directores de género de nuestros tiempos, parece estar en camino a convertirse en el nuevo M. Night Shyamalan, que nunca pudo recuperar la aclamación de sus primeros tiempos, pues decidió desperdiciar buenas ideas e historias en giros predecibles e historias que no explotan todo su potencial. ¡Nop! se siente como una temporada de una serie de TV condensada en dos horas, interesante por momentos, pero sin dirección ni intenciones claras.
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