
(“La lupa” es un espacio en donde analizamos las películas con obsesión, indagando en las decisiones narrativas y creativas que, en conjunto, forman la obra cinematográfica. Todo esto con el fin de contagiarles de nuestra pasión por el cine.)
Un grupo de científicos y expertos son invitados a una isla en donde se construye un «increíble parque de atracciones vivientes» con el fin de avalar el parque. Para su sorpresa, las atracciones vivientes son dinosaurios que fueron creados a partir de la clonación. Lo que en un principio parece algo increíble y fabuloso, se va transformando en una trampa mortal para los protagonistas, quienes no perciben el peligroso poder de la ingeniería genética y la naturaleza por igual.
Habiéndose cumplido 25 años de su estreno, quiero homenajear a esta obra, y al mismo tiempo analizar y dar a conocer aquellos elementos que lo convirtieron en la excelente película que es, además de entender porqué este film representa un hito cinematográfico difícil de superar hasta por su propio universo.
Steven Spielberg. Un director que ha sabido plasmar su pasión por el cine en cada cuadro de sus películas. Y debo empezar mencionándolo a él, ya que considero que sus películas son como una parte de su alma, que entrega a los espectadores sin esperar nada a cambio. Sus obras no dejan indiferente a nadie. Puede tener aciertos y desaciertos por igual, pero lo cierto es que hablar de sus películas es hablar de un tipo de cine que ha sabido revolucionar e ir más allá de los cánones establecidos por la industria cinematográfica, hollywoodense por sobre todo.
En 1993, Spielberg decide rodar Jurassic Park, basado en el libro homónimo de Michael Crichton. Una historia que marcaría un hito a nivel técnico antes que nada, pero que al mismo tiempo fue el disparador que convenció de una vez por todas a muchos otros cineastas de que el cine es un arte capaz de retratar cualquier idea imaginable, por más imposible que parezca. Y para reforzar esta idea, la película nos trae a estos seres tan misteriosos y asombrosos como lo son los dinosaurios, de quienes tenemos evidencia de que existieron y fueron seres únicos. Pero tenemos solo eso, evidencias, restos, fósiles, con lo cual el misterio y la fascinación por ellos y su mundo es aún mayor, por lo que es lógico pensar que el ver a un dinosaurio vivo en nuestra era, sería asombroso.
Y es justamente de ese estado, el asombro, del que se vale Spielberg para entregarnos una película poderosa y bien pensada para maravillar al espectador y transmitir, aunque sea una parte, de cómo sería esa emoción «real» por ver a un dinosaurio «vivo y coleando». Pero Spielberg no solo tiene la intención de revivir a esos seres que se roban nuestra atención (principalmente en la infancia), sino que también se hace unas preguntas muy serias con respecto a la ingeniería genética y si su uso es correcto, pese a tener el poder y el conocimiento como para usarlo, que es justamente la eterna cuestión de Jurassic Park, planteada brillantemente por Ian Malcolm (protagonizado por un Jeff Goldblum excepcional), sobre que los científicos se preocuparon más en ver si eran capaces de hacer lo que hicieron, antes qué pensar en si debían hacerlo.
Pero antes de entrar a analizar los temas tratados por la película, quisiera explayarme sobre la puesta en escena y las decisiones que tomó el director, que logran que quedemos enganchados con su obra, y que tiene que ver justamente con la forma en que la película es presentada ante los espectadores. Es un material muy bien pensado, que ofrece unas sensaciones increíbles para luego dejarnos la moraleja y el mensaje que quiere transmitir, cosa que hace muy bien, logrando que la película no sea un simple audiovisual sobre una advertencia ecológica o un tema en particular, como diciendo al espectador: «esto puede pasar si haces esto…», sino que se convierte en un discurso con un trasfondo a ser considerado muy seriamente por el atónito espectador, situación que desafortunadamente empezó a perder el rumbo a través de las siguientes entregas y tuvo su completa perdición (por no decir innecesaria inclusión) en la última Jurassic World: El Reino Caído.
Spielberg tiene un estilo muy particular de encuadre y puesta en escena, siendo la coreografía de personajes y cámara su punto más fuerte. El director nos regala planos muy cuidadosos cuyo objetivo principal es dejar en claro que Jurassic Park es un paraíso terrenal (y con la ilusión de que también lo es para los humanos), cargado de detalles cuya composición en el cuadro es milimétrica y bien pensada, tal como nos tiene acostumbrados desde sus primeras películas. Cada fotograma está impregnado de su estilo, el cual siempre me gusta pensar que es un estilo pensado en el espectador, en el sentido de hacer más ameno y disfrutable el relato, sin que eso signifique una puesta en escena simplemente funcional, sino al contrario, le dota de elegancia e identidad que justamente, permite que identifiquemos a la película como una obra bien propia de Spielberg y con todo lo bueno que eso conlleva. Y no puedo dejar de mencionar la belleza de los planos generales a la hora de presentar la isla y ni que decir a los distintos tipos de dinosaurios.
Ahora, hay algo muy importante que mencionar, y que tiene mucho que ver con que la imagen cumpla ese cometido de presentarnos un mundo exótico y asombroso, y que trabaja en una sincronía tal que es imposible separar un elemento del otro: La música de John Williams. Tanto el leitmotiv como los distintos temas del soundtrack son piezas únicas que dejan en claro el porqué Williams es un genio que ha dado al mundo los mejores temas musicales del cine. Tanto en la presentación de la isla así como en las presentaciones claves de cada dinosaurio, la obra de Williams construye en conjunto con la imagen y fortalece al mismo tiempo esa sensación de asombro que inunda al espectador. Y lo que también sorprende es la forma en que los distintos temas se adaptan a las situaciones naturalmente, cambiando entre un tema y otro sin que uno pueda percatarse de tal cambio como tal. Un ejemplo de esto es la parte en que el helicóptero va por mar, momento en el que suena «Journey to the Island» que a los 1:35 de empezar a sonar se convierte en el tema que presenta a la Isla Nublar en sí y que se ha convertido en un referente musical de ese momento (también se usa el mismo tema, pero con una variación obvia, para los créditos). Este tema en particular provoca que quedemos rendidos ante la belleza y majestuosidad de la isla. Y funciona de una manera tal que el espectador siente una irremediable atracción por ese lugar y al mismo tiempo se siente afortunado de poder presenciar el descubrimiento de esa isla y de lo que está por venir. El tema se transforma luego cuando los protagonistas abordan el jeep que los lleva a recorrer la isla y se funde extraordinariamente con el leitmotiv principal, «Theme from Jurassic Park» en el momento en que vemos al braquiosaurio por primera vez.
Llegada en Helicóptero a la Isla Nublar.
Se siente que cada pieza es propia de ese momento específico, casi como si la música hubiese nacido en la escena misma cuando la cámara empezó a rodar. Me parece un experimento más que interesante el ver Jurassic Park sin las composiciones musicales, para comprender en qué nivel trabaja el soundtrack y el valor que aporta a la obra cinematográfica, y que increíblemente llega a trabajar a un nivel casi inconsciente para el espectador, al punto que uno luego ya no puede separar tal música de tal escena. Opino que la inclusión de Williams, tanto en esta película como en la mayoría de la filmografía de Spielberg, es una de las mejores decisiones que el director pudo haber tomado en su vida. Contar con alguien que ha compuesto temas musicales que a los pocos segundos nos cuenta una historia, nos habla de un personaje malvado (Darth Vader) o bien nos alerta de un peligro inminente (Tiburón), solo puede provocar que la obra adquiera una personalidad propia que se mantenga en el tiempo, además de elevar la calidad de la película a limites más allá de los pensados inicialmente.
Jurassic Park sin música
Desde la fotografía, la propuesta estética es muy interesante, ya que en muchas de las escenas podemos apreciar distintas tonalidades acordes a la situación, y resalta mucho la utilización de una especie de niebla o humo, y por supuesto polvo, creando una ambientación que transporta a algo muy similar a lo que imaginaríamos como una selva prehistórica, salvaje y peligrosa. Y esto trabaja con el contexto mismo de la historia y hasta con el género. Por ejemplo, la escena con que inicia la película, mientras trasladan al velociraptor (que en ese momento no sabemos que es tal) hasta su jaula, utiliza la infalible fórmula de presentarnos un peligro desconocido y ya nos adelanta un género casi de terror, para luego dar paso a la isla y a los descubrimientos científicos, haciendo honor al género de ciencia ficción, y logrando que por momentos olvidemos ese sombrío inicio, lo que, obviamente, nos pone al mismo nivel que los protagonistas de la historia.
Pero a partir de la espectacular aparición del Tiranosaurio Rex, la película posee un terror real ante la pérdida de control por parte de los humanos, convirtiendo así lo que parecería a priori una aventura, en una carrera por la supervivencia, cargada de tensión que va creciendo a medida que los protagonistas luchan por salir con vida de la isla. Así mismo, el Arte de la película es digna de destacar ya que se luce con distintos diseños que incluyen a la ambientación como al vestuario. La apariencia de John Hammond como un filántropo millonario es muy verosímil, todo de blanco, puro, como sus intenciones sobre el parque, pero con unos detalles como el reloj de oro o su bastón, que recuerdan que dentro de todo, lo importante es el dinero y que los inversionistas no cierren el parque. Y aquí me encanta el contraste con Ian Malcolm, vestido de negro, rebelde, con anteojos oscuros, y con un comportamiento que lo hace ver como el «incomprendido» o el menos serio de los expertos, siendo justamente Malcolm quien apasionadamente se explaya sobre el peligro que representa la manipulación de la genética y como ese poder puede desbordarse y salirse de control, regalando una de las frases más icónicas de la franquicia: La vida se abre camino. Tanto Hammond como Malcolm son como una especie de lucha entre el bien y el mal, solo que la película se encarga silenciosamente de presentarnos a ambos de una forma contraria a lo que son realmente. Y eso es simplemente genial.
Hammond y Malcolm en el almuerzo.
El diseño de Alan Grant tampoco se queda atrás. Fácilmente podría haberse convertido en otro Indiana Jones más, pero son decisiones obvias pero grandes al mismo tiempo, en lo que a vestuario se refiere, lo que hacen que identifiquemos al Dr. Grant como un paleontólogo creíble y verosímil. La camisa y el pantalón nada fuera de lo normal, pero detalles como el sombrero y la pañoleta roja se encargan de darle esa pizca de aventurero que su personaje necesita en la medida justa. Sumado a esto, es muy satisfactorio comprobar como el diseño de Tim, protagonizado por Joseph Mazzello, es como una versión del Dr. Grant, pero de niño. Utiliza casi las mismas tonalidades de color para su vestuario, así como la pañoleta. Sin mencionar además que dentro de todo es un gran conocedor de las distintas especies de dinosaurios, hecho que Grant acepta inconscientemente en los tramos más avanzados de la película, en especial en el momento en que le pregunta a Tim qué especie de dinosaurios es la que corre en manada hacia donde ellos se encontraban, y Tim responde que son los Gallimimus.
Esto obviamente es parte del arco argumental del Dr. Grant, quien en un principio establece sus ideales en lo que a los niños se refiere, para terminar siendo el principal protector de Tim y Lex. Volviendo al arte y al diseño, el logo del parque se ha convertido ya en una especie de ícono cultural y que trabaja perfectamente en casi cualquier lugar en donde esté ubicado. Mención aparte al diseño de los jeeps y de las camionetas «eléctricas» Ford (que en realidad eran conducidas por conductores escondidos dentro del auto) que presentan un aspecto propio que contribuyen a fortalecer la diégesis de la película. De la misma manera que la música, los efectos de sonido son un pilar fundamental del relato, por sobre todo para dar vida a las distintas especies de dinosaurios, y si bien creo que no podemos saber cómo sonaban realmente, opino que la forma en que imaginaron cómo suenan, no podría haber sido mejor.
Analizando a fondo, Jurassic Park no posee un antagonista como tal. La historia trata de cómo la avaricia y la arrogancia en conjunto, pueden desencadenar una serie de catástrofes que simplemente se desbordan pese a cualquier medida que se pueda tomar, y que se relaciona directamente con la teoría del caos al que, una vez más, Malcolm hace referencia. La arrogancia de Hammond y su equipo de científicos, unido a la avaricia de Dennis Nedry, provocan que todo el sistema ideado para mantener el parque caiga sin poder hacer nada por el mismo, y en este aspecto, me parece acertada la frase de Dennis: «Ese fue el error de John Hammond» haciendo alusión de que él no le pagaba lo suficiente por su trabajo. Y resulta interesante esta línea por el hecho de que si Hammond no hubiese «reparado en gastos» como le encantaba decir, Dennis no hubiese robado el material genético, y por lo tanto no hubiese ocurrido la pérdida de control del parque. Aunque claro, de haber sido así, no hubiésemos tenido película. Sumado a estos puntos responsables de los accidentes, también se trata brevemente el tema de la tecnología y la automatización, que si bien puede quedar un poco desfasado en los tiempos que corren, en aquel momento era una cuestión muy válida, sobre hasta qué punto podemos depender de la automatización y cuando ésta deja de ser confiable.
Pero creo yo, que hablar de las cuestiones morales y éticas de la clonación, o de los riesgos de la automatización y de la manipulación genética, son temas que en realidad pueden pasar por secundarios, ya que la verdadera intención de Jurassic Park, a mi parecer, es traer a los dinosaurios a la vida de la forma más espectacular y realista posible. Evidencia de esto son las distintas escenas de presentación de los animales, en donde se nota que Spielberg puso «toda la carne en el asador». De hecho, casi todas esas escenas dan para un análisis particular de las mismas, y cada una de estas criaturas tiene una presentación como mínimo, épica. Particularmente creo que la escena del primer Braquiosaurio es una de las más grandes del cine. La actuación de los protagonistas que plasman la sorpresa de encontrarse con un ejemplar vivo; el encuadre cuidadoso, la música, el rugir del dinosaurio. Todo está pensado para que en conjunto nos invada una sensación de asombro e incredulidad.
Debo confesar que se me escapa una lágrima de felicidad cada vez que veo esta escena y hago propias mis palabras de Malcolm, sobre que Hammond, «ese hijo de… por fin lo logró«. Y de vuelta, aquí me encanta la relación de contraste que directamente hacen con el T-Rex. Le preguntan a Hammond si cronometraron la velocidad a la que se mueven los braquiosaurios, pero éste, como si fuese un niño que presume de sus juguetes nuevos, dice que cronometraron al T-Rex a 40 Km/h. Y esa sola línea ya nos vende la ansiedad por ver a uno de los más icónicos dinosaurios de todos los que existen. Pero de vuelta, el contraste es muy marcado, ya que si bien aquí nos presentan a Jurassic Park con mucho color, armonía y libertad; al T-Rex lo vemos de noche, bajo una estrepitosa lluvia y una tormenta que casi es un huracán, escapando además de su «prisión», desencadenando así el caos y la destrucción definitivamente, y que devuelve al parque y a sus habitantes jurásicos a una condición relativamente natural. Ambas escenas son muy épicas y funcionan de maravilla al punto que ya forman parte de la memoria cinematográfica colectiva.
Escena del T-Rex.
https://www.youtube.com/watch?v=HzZkNdn5hpA
Mención aparte a la escena con el Triceraptos y al Dr. Grant escuchando la respiración del animal. De la misma forma, la escena del nacimiento del velociraptor es una de las mejores de la película. Primero, por el hecho mismo de presenciar semejante acto de creación y, segundo, por una puesta en escena que va transformándose a medida que se desarrolla la acción. Tenemos el momento del nacimiento y lo increíble de la situación, pero al mismo tiempo empieza a desarrollarse la explicación sobre la sexualidad de los dinosaurios y el porqué no pueden procrear. En este tramo, la iluminación pasa de cálida a tonos más fríos, hasta llegar a una puesta, a mi parecer, muy sombría, cuando nos descubren que el animal recién nacido es en realidad un Velociraptor, perdiendo así la ternura y la aparente inocencia del principio de la escena. Una genialidad de principio a fin.
Nacimiento del Velociraptor.
Sobre esto, no podemos dejar de mencionar la forma en que los dinosaurios fueron concebidos para la película. Spielberg se valió tanto de grandes animatrónicos (o anima…eróticos, como diría el abogado Gennaro) así como de una tecnología que casi nadie conocía y que empezaba a dar sus primeros pasos: El CGI o las imágenes generadas por computadora. Y Jurassic Park fue la película que terminó por convencer al mundo de que el CGI era la ruptura definitiva a cualquier límite creativo que pudiese tener una idea particular. Esto sirvió para que otros directores, como Peter Jackson, terminen convenciéndose de que sus increíbles ideas (El señor de los anillos, King Kong) podían llevarse a cabo. Pero tal como mencioné en el análisis de Terminator 2, es justamente la decisión de utilizar tanto efectos prácticos reales en conjunto con el CGI, lo que permite que ambos recursos trabajen coordinadamente para la diégesis de la película. Si bien las animaciones digitales de los dinosaurios han envejecido un poco, particularmente creo que funcionan debido al hecho de que fueron concebidas en una época en que el CGI era creado para servir al entorno real, es decir, debían ser lo más parecido a la realidad propiamente dicha, a diferencia de las animaciones actuales en donde directamente se crea un entorno digital y absolutamente todo es digitalizado y animado, con lo cual a mi parecer, pierde verosimilitud, hecho aún más marcado con la creación de cámaras y objetivos ópticos que funcionan dentro de ese entorno digital, entregando tomas y movimientos de cámara simplemente imposibles e inverosímiles.
Sobre el reparto, es un casting muy acertado y que ha creado un grupo de personajes muy particular y creíble. Sam Neill como Alan Grant funciona muy bien, en especial por la notable admiración que su personaje siente hacia los velociraptores, así como por los dinosaurios en general. Pero hago énfasis sobre el tema de los raptores, ya que se nota que hay un desencanto del Dr. Grant hacia ese mundo que él ama, y que empieza sutilmente con el nacimiento del velociraptor en el laboratorio, y que tiene un cierto cierre argumental en el momento en que decide deshacerse de la garra fosilizada que tenía en el bolsillo. Ese momento supone la maduración de Grant en lo que se refiere a lo que él creía lo máximo, casi como un niño que descubre que Papá Noel no es real, dándose cuenta que los dinosaurios solo son encantadores tal y como los conocemos: como seres extintos y fosilizados.
Quizá se pudo haber explotado un poco más esta cuestión, pero lo cierto es que este punto lo logró la primera Jurassic World con la inclusión del personaje de Chris Pratt entrenando a los raptores, lo cual creo que terminó siendo el mayor golazo de esa película y uno de los pocos aciertos que tuvo la franquicia fuera del Jurassic Park original. Por otro lado, no hay mucho más que decir de Jeff Goldblum y su genial interpretación de Malcolm que funciona como el cable a tierra que trata de que todos entren en razón, pero al que nadie escucha hasta que sus predicciones se cumplen. Richard Attenborough resulta creíble en su papel de Millonario, y desarrolla muy bien a su personaje, a quien sentimos realmente triste al momento de abandonar el parque y que termina sobresaltado por el Dr. Grant quien quiere llevarlo al helicóptero, mientras que Laura Dern convence como la paleobotánica Elle Sattler e inseparable compañera del Dr. Grant, así como también Wayne Knight como Dennis Nedry. (Por cierto me encanta el detalle que la muestra que él roba quede cubierta por el barro, casi como dando la idea de una fosilización en proceso).
Mención aparte al encargado de los raptores, Robert Muldoon, protagonizado por un impecable Bob Peck, quien debo confesar, me puso triste que su personaje muera, ya que es un personaje con mucho aplomo y uno de los pocos con sentido común en Jurassic Park, aparte que me parece una genialidad de su parte como contiene su euforia cada vez que sale airoso de alguna situación, así como también la forma en que se mueve y analiza cuando está cazando, casi como si fuese un raptor mismo.
Muldoon conduciendo el Jeep.
Jurassic Park termina con un final abierto muy obvio para una continuación, pero comprensible y lógico, ya que es un universo rico de historias, que lastimosamente no ha podido encontrar un rumbo acorde al altísimo listón que supone esta película principalmente en lo que a guión se refiere, pese a que es una franquicia que explota en taquilla con cada nueva entrega. Lo que me encanta del final de Jurassic Park es que en cierta forma, el espectador termina igual que los protagonistas dentro del seguro helicóptero, situación más que placentera luego de presenciar como las pisadas de un T-Rex crean ondas en un vaso con agua, o después de escapar del mismo animal en un Jeep a toda velocidad. Son momentos que marcaron al espectador y que lograron plasmar de una forma maravillosa toda la mitología y el encanto que poseen los dinosaurios en nuestro imaginario. Y por supuesto, planteando de forma muy ingeniosa una idea muy loca e imposible como lo es la clonación de un dinosaurio extinto, pero que al final termina siendo muy verosímil, al punto de que uno como espectador desea que pudiese ser posible. Tiene algunos fallos menores pero que no impiden que sea recordada como un punto de giro en la historia del cine. Y suerte para nosotros los espectadores, que Steven Spielberg «no haya reparado en gastos«.
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