
Una de las cosas maravillosas que está ocurriendo con el «cine de género» en los últimos años es la llegada de directores y guionistas que no tienen miedo de buscarle la vuelta a las convenciones más comunes y, que por alguna razón, se encuentran con productores que comprenden la necesidad de revitalizar el cine comercial. To All The Boys I’ve Loved Before presenta un romance adolescente que se ve sumamente genérico en la superficie, pero esconde suficientes elementos novedosos como para que se sienta fresco. La directora Susan Johnson llega con su segundo largometraje, dirigiendo el guion de Sofia Alvarez, que firma su primer trabajo largo, imperfecto, pero entretenido. Si les gusta este tipo de cine, tal vez quieran seguir de cerca a estas dos mujeres.
La trama sigue a Lara Jean (Lana Condor), que inicia su último año de estudios secundarios como la típica adolescente semi-invisible que creció conociendo mucho acerca de la cultura pop de las décadas pasadas y que socializa poco o nada con sus compañeros, que están más interesados en las tendencias cambiantes de la era digital. Lara es una romántica, y tiene un secreto muy particular: cada vez que se enamoró profundamente de alguien, le escribió una carta y la guardó entre sus cosas, como encapsulando sus sentimientos para no tener que lidiar con ellos fuera de las fantasías que se creaba ella misma. Sus habilidades sociales se pondrán a prueba cuando sus cartas sean misteriosamente enviadas a sus destinatarios, y eso le generará problemas que irán escalando a causa de sus decisiones.
Varios son los elementos que hacen que la película funcione a pesar de la familiaridad de la estructura y el desarollo. El principal es Condor, que tiene una mirada penetrante y una sonrisa difícil de olvidar por las muecas que acompañan cuando expresa alguna emoción. Hay mucha naturalidad en su interpretación y la energía que trae al rol es muy significativa porque realmente es el alma de la historia, y es de mucha importancia el hecho de que sea un personaje asiático-americano, no solo porque el género lo necesita para variar la dominación caucásica hollywoodense, sino porque en la conjunción de estos elementos se siente mucho más verosímil su personalidad. Condor apareció en las carteleras con un rol intrascendente en X-Men: Apocalypse, donde ni siquiera pudo demostrar algo de talento debajo de tanto maquillaje y un montaje desastroso, pero esta película es una carta de presentación digna que parece ser fiel a sus capacidades.
Sin embargo, no es la única que lleva adelante la trama y que ayuda a que los clichés no afecten tanto. Noah Centineo interpreta a Peter, uno de los receptores de las cartas de Lara Jean, y con quien acepta tener una relación falsa por motivos que ni siquiera ella entiende por completo. Centineo encara su papel con una sensualidad joven humilde pero bien consciente de sus posibilidades, y hay un chiste que hace Lara donde lo compara con James Dean que me parece muy apropiado porque realmente tiene un aire del mismo, y no me sorprendería que haya sido adrede por parte del joven actor. Lo que hace que la relación se sienta relevante son las conversaciones entre ambos personajes, que van más allá del cliché de discusiones superficiales y enfrentan un poco más la realidad que les rodea, desde cuestiones de familia hasta el status quo que ambos representan en el todo del típico microcosmos estudiantil cargado de estereotipos. Si bien en la novela original hay muchos más personajes de ascendencia asiática (y eso hubiera estado todavía más interesante), solo tenerla a Condor al frente hace que uno se pregunte un poco más sobre estas cuestiones en pleno 2018.
La película sigue los mismos puntos ya conocidos de las historias románticas de esta clase, y el guion de Alvarez adolece con ciertos giros demasiado predecibles que le restan fuerza a otros aspectos de la película, como la relación que tiene con su hermana menor (la típica niña de 11 años demasiado sabia para su edad), o el desarrollo de la historia con respecto a otros receptores de las cartas, como su vecino Josh, que en realidad era el novio de su hermana mayor. A pesar de eso, la química entre los protagonistas y la simpatía de Condor son más que suficientes como para redondear una buena adición a un género más que gastado con películas muy fáciles de olvidar. Hay varios elementos desaprovechados que podrían haber elevado el material si se hubieran trabajado mejor, pero al culminar la historia no le restan la calidez que se siente después del inevitable beso final.
La vi 3 veces! Creo que es suficiente comentario.
¡Yo también! En realidad, es una de las pocas películas del género romántico de los últimos años que me dio ganas de ver más de una vez 🙂