
El género de la comedia adolescente/joven es la que más parece reflejar el estilo de vida y costumbres de estos grupos etarios. Cada año tenemos una o dos comedias con personajes que atraviesan la madurez adolescente que se destacan porque se sienten más realistas que otras, y eso no es algo fácil de conseguir, ya que la propia cultura adolescente y joven cambia constantemente con un montón de variables que invitan a la reflexión sobre cómo la humanidad está llegando a la vida adulta. Revancha Ya puede parecer una comedia más sobre un conjunto de personajes intentando lidiar con las vicisitudes propias de la adolescencia, pero en su representación hay un elemento sumamente importante que pocas películas del género consideran: la salud mental de sus protagonistas.
La película sigue a dos alumnas de un instituto privado de alto renombre que se ponen de acuerdo para cobrar venganza contra los estudiantes que las acosaron en el pasado. Drea (Camila Mendes) y Eleanor (Maya Hawk) son dos muchachas de diferentes entornos, aunque se presentan con una máscara social que les resulta inevitable usar para soportar todo lo que conlleva la eterna pelea por la popularidad y el éxito en una escuela. Desde el inicio, la directora y guionista Jennifer Kaytin Robinson pone el foco en el estado emocional de ambas mujeres, y eso hace que cada diálogo tenga un peso diferente. El guion, también firmado por Celeste Ballard, se sostiene con discusiones relevantes entre tantos juegos y líneas típicas del género y, aunque la directora haya comentado en una entrevista que buscaba “hacer una comedia cursi que no tuviera realidad”, el resultado inclina la balanza hacia el otro lado.
Una escena entre Drea y Eleanor, en la que la primera está lamentándose al haber descubierto la naturaleza de su exnovio, fácilmente podría sido un intercambio superficial y cómico en manos de algún director poco interesado en las peripecias propias de la edad. Drea deja caer dos o tres lágrimas (cerca del límite de la máxima demostración de dolor en muchas comedias adolescentes), pero Eleanor la invita a quitarse la máscara y lamentarse cómo realmente lo siente. La compostura de Mendes cambia por completo y la cámara captura cómo Drea va aceptando las heridas y el dolor que estas le provocan. La película tiene muchos de estos momentos de crudeza emocional que se acercan más a los obstáculos verdaderos que los adultos desconocemos u olvidamos que también enfrentamos.

Pero Robinson y Ballar saben que, encima de las motivaciones honestas que comparten como realizadoras, tienen una historia que contar, y esta debe recostarse en clichés y convenciones marcadas por títulos que ya forman parte de la historia del cine. Así es como la película ostenta con orgullo homenajes a otros filmes del género como Clueless, Election, 10 Things I Hate About You, Mean Girls, Heathers, entre otros. Y cuando le toca insertar elementos cómicos y dramáticos, funciona bastante bien, así que se puede disfrutar sin estar buscando otros significados más allá de la superficie.
Hay un varón narcisista llamado Max (interpretado por Austin Abrams) que le da una dimensión extra al típico antagonista masculino que se deja llevar por sus oscuros deseos, sin importarle el bienestar de los demás. En la mayoría de las comedias adolescentes en las que hay una figura antagónica o villana no hay profundización en la esencia de este, pero el término “narcisismo” es utilizado con seriedad en esta ocasión, y esa consideración hace que las acciones de los personajes tengan un mayor impacto en sus vidas (y si uno se lo permite, también en el espectador). El desarrollo fluido permite que uno pueda reírse en los momentos humorísticos sin dejar de lado la gravedad del asunto.
Gran parte de eso también tiene que ver con Mendes y Hawk, quienes comparten una química innegable e interpretan con madurez a dos mujeres jóvenes atadas en las costumbres tóxicas de la sociedad. Entre sus intercambios genéricos hay honestidad y propósito, aunque ciertas situaciones parecen escapar de la fuerza actoral de ambas, especialmente cuando se muestran más vulnerables. Esos momentos de flaqueza narrativa exponen lo que para mí es un problema de desfase en cuanto a castings, y es el hecho de seguir poniendo a actores que claramente ya no lucen como adolescentes, en roles supuestamente adolescentes.
Más allá de eso, Revancha Ya tiene todos los elementos como para sobresalir entre tantos títulos ordinarios del género. Se le suma una selección musical acorde, intereses románticos verosímiles, y circunstancias varias con las cuales uno puede identificarse, sin que afecte tanto que sea una historia ambientada en un instituto de clase social alta cargada de personajes que básicamente viven en burbujas.
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