‘Noche de Fuego’, un trágico poema a la pérdida de la inocencia

Disponible en Netflix el 17 de noviembre.

Desde el primer momento en que incursionamos en Noche de Fuego, somos conscientes de que será un filme difícil de ver. La escena inicial muestra a una madre angustiada, escondiendo a su hija de algo que desconocemos en un hoyo que ambas cavaron en la tierra. Lucen asustadas, como si sus vidas estuvieran en peligro. Mediante un estilo contemplativo, pacífico y enfocado hacia los elementos de su propia naturaleza, Tatiana Huezo nos inmerge en una experiencia demasiado real y dolorosa para ser un relato de ficción. Noche de Fuego retrata una realidad cuya identidad reside en México, pero que muestra situaciones con las que cualquier país de Latinoamérica – lamentablemente – podría identificarse.

El sol se levanta en una pequeña comunidad rural mexicana. Los animales disfrutan de la hierba, los insectos transitan ocupados por la arena, la brisa hace bailar a los árboles y los grillos cantan en armonía. Todas las tomas nos indican que parece tratarse de un lugar pacífico y armonioso. Sin embargo, poco a poco aprendemos que la apariencia idílica de este pueblo oculta en realidad a un peligroso cartel de drogas, que controla, oprime y saca beneficio de los habitantes del pueblo, en la mayoría mujeres, niños y ancianos. Los hombres adultos están en su mayoría ausentes, trabajando en otras ciudades y viviendo una vida lejos de todos los horrores que presencian sus familias.

Sirviéndose de una narrativa estructural coming of age, la cámara de Huezo pone el protagonismo sobre Ana (Cristina Ordóñez, Marya Membreño), una niña que, junto a sus amigas de toda la vida, Paula (Camila Gaal, Alejandra Camacho) y María (Blanca Itzel Pérez, Giselle Barrera Sánchez), pasan los días en una escuela de escasos recursos o inventando bromas y juegos internos, parcialmente ignorantes de la situación en la que se encuentran. Años después, en una transición casi imperceptible, las niñas se transforman en adolescentes. Comienzan a afrontar los típicos problemas de la edad, pero los peligros que antes parecían lejanos se acercan cada vez más y amenazan con introducirse en sus vidas.

La pérdida de la inocencia es el tema principal de la película, ya que vemos que a medida que Ana crece, comienza a percatarse de que el lugar en donde vive es la boca del lobo. Desde su niñez, su madre Rita (Mayra Batalla) ha hecho todo lo posible por protegerla, sabiendo que la vida de ambas está en constante peligro. El cartel está secuestrando adolescentes aptas para actividad sexual, y en muchas escenas observamos como Ana debe ocultarse bajo la tierra para que no la descubran. Al igual que a muchas chicas de su edad, la madre de Ana la obligó a cortarse el cabello cuando era niña, no por una cuestión estética, sino para que el cartel confunda a las chicas con chicos y así lograr mantenerlas a salvo.

Las imágenes que vemos en el film se contrastan entre sí, pero todas convergen con el tema principal. A través de una fotografía tropical, podemos observar como la naturaleza que rodea a la comunidad coexiste con los seres humanos, que, temerosos, se ocultan en sus chozas, acostumbrados a asesinatos, disparos, torturas y allanamientos. Con la cámara, el sonido y el lenguaje corporal de sus excepcionales actrices, Huezo logra crear un lenguaje audiovisual sumamente femenino, desde la primera hasta la última toma, porque Noche de Fuego es, en esencia, un devastador poema a la niñez y la adolescencia de la mujer en el mundo real. Todos los días, en todo el mundo, niñas, adolescentes y mujeres son asaltadas, maltratadas y privadas de una vida segura y tranquila. El film y su autora no pretenden hacer una declaración o una campaña de concientización: simplemente retratan con el arte una dura y cruel realidad que todavía se cierne sobre todos nosotros.

Acerca de Maximiliano Sanguina 206 Articles
Cineasta y crítico de cine. Me gusta el cine alternativo.

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